Sunday, 24 May 2020

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada

by Gabriel García Márquez

In early 1990s, I watched the Cuban film Un señor muy viejo con unas alas enormes. If it sounds like another blog post that I wrote about ten years ago, this is because it was the same mini-festival of films based on works by Gabriel García Márquez.

Back to the present: I finally finished reading this book that has stuck in our house for a few months now (that could happen in the time of pandemic). Incidentally, this is the first collection of stories by García Márquez that I read in Spanish from the beginning to the end. It contains six short stories, including Un señor muy viejo, and the title novella.

  • Un señor muy viejo con unas alas enormes (1955)
  • El mar del tiempo perdido (1961)
  • El ahogado más hermoso del mundo (1968)
  • Muerte constante más allá del amor (1970)
  • El último viaje del buque fantasma (1968)
  • Blacamán el bueno, vendedor de milagros (1968)
  • La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972)

Recurring characters include Blacamán the Good, senator Onésimo Sánchez, and spider woman, while (unnamed) Eréndira and her grandmother, Catarino’s shop, and even the smiling gringo Mr. Herbert all appear in One Hundred Years of Solitude. Of all stories, I liked El último viaje del buque fantasma the least: it is just one very long sentence, and I kept losing the thread. Otherwise, it is a great book.

Márquez’ fine, understated sense of humour is omnipresent, even in the saddest stories of this collection. Take, once again, Un señor muy viejo: first, the presumed angel talks “in an incomprehensible dialect with a strong sailor’s voice”; second, the Holy See expresses their doubts suggesting that the creature could be “just a Norwegian with wings”; third, the matter seems to be settled as we hear “the tongue twisters of an old Norwegian”. And Muerte constante más allá del amor (whose title, as I just learned, is an inverted “loan” of Francisco de Quevedo’s sonnet, Amor constante más allá de la muerte), has the best opening sentence of any story I’ve ever read, or perhaps only second to that of One Hundred Years of Solitude.

Al senador Onésimo Sánchez le faltaba seis meses y once días para morirse cuando encontró a la mujer de su vida.
Muerte constante más allá del amor
Vinieron en busca de salud los enfermos más desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad.
Un señor muy viejo con unas alas enormes
Y al fondo del salón, una mujer solitaria que se abanicaba muy despacio con un cartón de propaganda.
— Y tú — le gritó el señor Herbert —, ¿cuál es tu problema?
La mujer dejó de abanicarse.
— A mí no me meta en su fiesta, míster — gritó a través del salón —. Yo no tengo problemas de ninguna clase, y soy puta porque me sale de los cojones.
El mar del tiempo perdido
— Tiene cara de llamarse Esteban.
Era verdad. A la mayoría le bastó con mirarlo otra vez para comprender que no podía tener otro nombre. Las más porfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con la ilusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana.
El ahogado más hermoso del mundo
El músico no recibió el dinero.
— Son ciento ochenta y dos con cuarenta — dijo —. Los valses son más caros.
— ¿Y eso por qué?
— Porque son más tristes — dijo el músico.
La abuela lo obligó a que cogiera el dinero.
— Pues esta semana nos tocas dos piezas alegres por cada vals que te debo, y quedamos en paz.
La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada

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