translated by Wenceslao-Carlos Lozano
introduction by José Carlos Llop
illustrated by Sara Morante
From (in)famous through relatively obscure to utterly forgotten, this lovely book does not pretend to be in any way comprehensive, objective, or useful. All these things would be thoroughly unsnobbish. Kathy Acker, Dominique Aury, Aubrey Beardsley, William Burroughs (who seems to be mentioned on every single page of the book), Winston Churchill, Ian Fleming, Christopher Isherwood, “una estajanovista del sexo a mogollón” Catherine Millet, Andy Warhol, and that little-known brother of his annoyingly famous sisters all make an appearance; Albert Camus, Jack Kerouac and Jean-Paul Sartre (who are among the authors of “ten books hated by the literary snobs”) do not. I would probably leave it where I saw it — that is, in the library — if, leafing through it, I did not come across the entries on Oblomov (see below) and Trieste. I just had to borrow it.
I enjoyed Gaignault’s (sometimes black) humour a lot. I presume this book is as funny in French. But if you read it in Spanish, don’t miss the preface by José Carlos Llop, who has this bright idea to replace the faces that appear on the cover of Sgt. Pepper with those from this Dictionary. I hope somebody does exactly that for the English edition.
Anonymous
Gentleman británico de compulsiva lubricidad que, al amparo del anonimato, contó en el siglo XIX su Vida secreta en un caudaloso texto por el que corren cataratas de semen. No menos misteriosa que la de Jack el Destripador, la identidad de ese estajanovista del coito, para quien «la jodienda es la gran humanizadora del mundo», sigue planteando un sinnúmero de interrogantes. ¿Quién se oculta tras ese Fornicator de partícula, ese insaciable Walter Fucker? Misterio. En cambio, los exegetas admiten que Anonymous, abuelo priápico de Catherine Millet, supo darle brío a su elegante pluma como entomólogo de coños y culos. Razón más que suficiente, a ojos de determinados esnobs, para poner esta «Busca del tiempo perdido con las mujeres (y los hombres)» al mismo nivel que la obra, menos obsesivamente carnal, del tío Marcel.
Cuello vuelto
Instrumento de identificación muy en boga entre los existencialistas y los Angry Young Men — esos jovenes airados británicos — que nunca llego a convencer a los Brummell de las letras. Volvió a ser un hype entre determinados pensadores y escritores franceses, en una calamitosa variante acrilica, lo cual lo convierte en objeto definitivamente repulsivo para sus más encarnizados enemigos. «Nunca leí a Marguerite Duras ni a Michel Foucault por llevar ambos jerséis de cuello vuelto negro» (Frédéric Schiffer en Tratado de la añoranza).
Oblómov
Obra maestra de Iván Goncharov (1812—1891) e inapelable coartada para todos los esnobs adeptos del aquabonismo radical y de la procrastinación elevada al rango de las bellas artes. Iliá Ilich Oblómov (de oblom, ‘fractura’, o de oblomok, ‘cascajo’) es un entusiasta de la posición horizontal, de las lecturas inacabadas, de la fuerza de la inercia como motor de la existencia, del sueño como única razón para vivir. Primo linfático de Xavier de Maistre, este viajero alrededor de su cama puso todo su empeño en demostrar que de nada sirve servir para algo, ya que tarde o temprano la condición humana impone la irrisoria inanidad de toda acción. Y demuestre convincentemente que la pereza no es tanto un vicio como una forma de sabiduría.
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